Ahí queda.
Un manojito de cenizas, que aun siendo las de un volcán, a diferencia de las cenizas de otros volcanes, estas les permitirá respirar a muchos.
Lo sé. Lo sabemos.
Dejaremos, dejarán, de oírla. Pero no de escucharla.
Eso también lo sé, o al menos lo deseo.