Fue hace casi 30 años. Yo jugaba una partida de la Liga Andaluza, en Sevilla, con mi equipo de Granada. Me enfrentaba al GM Daniel Cámpora, quien en esos días había recibido en casa la visita de un amigo muy especial, que acudió como espectador al encuentro.

Era D. Miguel Najdorf, que me tenía reservadas varias sorpresas. Yo traté de concentrarme en mi partida, luchar con negras frente a Cámpora no era tarea sencilla. En una de las ocasiones en que Cámpora se levantó, mientras yo pensaba, alguien se sentó en su silla.

Alcé la mirada y allí estaba Najdorf, sentado frente a mí, con las manos en la cabeza, muy concentrado, como si se tratara de su partida. Yo no lo podía creer, pero disfruté ese momento como si estuviéramos jugando el Campeonato Mundial.

Al rato, se levantó de la silla y Cámpora ocupó su lugar. Aquello ocurrió varias veces durante la partida. Cuando Cámpora se levantaba, Najdorf se sentaba en su silla. Hace poco, hablando sobre esto, Cámpora me comentó que Najdorf solía hacer eso.

La partida no iba mal. Creo recordar que había conseguido casi igualar con negras, aunque tenía la seguridad de que todavía tendría que sufrir mucho, frente a tan duro rival, si quería puntuar para mi equipo. Sin embargo, Cámpora me ofreció tablas.

No tardé en aceptar el empate y, en ese momento, “el viejo” (como era conocido cariñosamente) se abalanzó enérgicamente hacia mí, me agarró el brazo y me dijo: “Has hecho tablas contra mi amigo. Ahora tendrás que enfrentarte a mí”.

Yo no podía creerlo. El mismo día que había hecho tablas con Cámpora (quien seguramente tenía más ganas de atender a su invitado que de ganarme a mí) iba a tener la oportunidad de jugar con Najdorf. Lo que siguió fue muy divertido.

Tomamos un reloj y nos dirigimos a una amplia sala del Círculo de Labradores, donde se celebraba el encuentro. Mi rival puso las reglas: “Tú 5 minutos. Yo 1 minuto. Yo tengo que ganar 10 partidas, tú solo una”. Acepté y comenzamos a jugar.

Las reglas no eran muy justas para él, pero yo no quise discutir. Hubiera aceptado cualquier cosa que me hubiera propuesto con tal de jugar contra toda una leyenda. Pronto me di cuenta de que, en realidad, las reglas tampoco serían justas para mí ;)

Cada vez que yo alcanzaba una buena posición o incluso estaba a punto de ganar, Najdorf agarraba las piezas del tablero para volver a poner la posición inicial. “Venga, te doy tablas”, decía. Todos reíamos y empezaba una nueva partida.

La foto la hizo Teresa, la encantadora mujer de Cámpora, que recientemente me la envió. Junto a mí, observa el tablero mi compañero de equipo Enrique Borrego. Sonríe, mirando a la cámara, Danielito Cámpora.

Gracias, Don Miguel, por haberme regalado ese momento increíble, que me acompañará siempre. Volveremos a vernos algún día y espero que quiera darme la revancha. Por supuesto, usted podrá poner las reglas.

@capakhine que envidía, poder jugar con alguien que muchos admiran y que uno considera una leyenda del ajedrez.

@capakhine Wow Luisón,pero q anécdota,esperaste como 5 años para contarla o simplemente esperabas la foto? Gran anécdota,"el viejo" era un tipazo,alguien q debería tener una película o vida y forma de ser,y el cariño que mucha gente tiene por él, son fascinantes 👍🏼♟️

@capakhine Hermosa anécdota!!! Que grande

@capakhine Mi instructor de Ajedrez, el Tato jugó contra Najdorf una vez vino a Argentina. Eran unas simultaneas y venía invicto. Solo perdió contra el Tato y se fue muy enojado del salón. Al salir del edificio Tato lo esperaba a ver si le firmaba un tablero. Le dio algo mejor; una sonrisa.

@capakhine Excelente ¡¡, cuando lleve gusto nos vemos en pensantes Mundiales muy ágiles, saludos. Moctezuma007

@capakhine Me encantó la historia!!